El evangelio de San Lucas, que leemos hoy, se refiere a una parábola donde Jesús pregunta si un buen pastor, en el caso que tenga 100 ovejas y se le pierde una, no deja a las otras 99 y sale a buscar la oveja perdida...
Creo que los "empresarios" de hoy en día (probablemente en todas las época) no arriesgamos 99 ovejas por buscar una... Tendría que haber mucho amor por esa oveja.
Relata San Lucas, que a continuación, Jesús vuelve a preguntar si una mujer que pierde una dracma (una moneda de plata, ¿posible dote nupcial?), “¿acaso no enciende una lámpara y recorre por toda la casa hasta hallarla... y luego festeja con sus vecinas que pudo encontrarla?”.
En nuestra evaluación habitual, impresiona como que “encender una lámpara” para encontrar una moneda de plata estaría más justificado, que arriesgar 99 ovejas para encontrar una.
Nuestras acciones deben estar SUFICIENTEMENTE justificadas. Aunque, en algunas ocasiones, también podemos reaccionar en forma altruista, solo por amor. El gran dilema, en la forma en que fuimos creados (o según llegamos hasta ser lo que somos por azar) siempre reconocemos esas dos opciones (ser altruistas o ser interesados).
Creo que, justamente por eso, Jesús junta los dos ejemplos al mismo tiempo, aunque no parezcan equivalentes... porque el amor no se justifica en equivalencias... al igual que el perdón de Dios no requiere equivalencias, como si lo requería/requiere la ley del Talión (el gran avance de organización social: la pena debe ser equivalente al daño cometido previamente... "ojo por ojo, diente por diente").
Hace pocos días analizaba algo parecido respecto a algo que en general consideramos como muy bueno: el mérito, pero que no debe ser el eje central de un vínculo de amor, aunque en muchos casos se interprete que si debiese ser así.
https://huesodurand.blogspot.com/2025/10/20251006-el-amor-tiene-otros-parametros.html
Cualquiera que lo ve desde afuera dice: “esto es muuuuuuuuy raro...”
(*) "empequeñece": Jesús, Dios hecho Hombre, nunca deja de ser AMOR PLENO (o sea Dios), por lo tanto, nunca se empequeñece... por eso la humildad de Su sacrificio lo enaltece en lo que ES en esencia. Para nuestra "mirada humana", es como que se empequeñeciera...
Desde mi pobre nivel de comprensión, la parábola que más admiro es la “del hijo pródigo”, que hoy se prefiere llamar “del padre misericordioso”.
Sin embargo, el padre no solo lo perdona, sino que se alegra de su regreso... como diciendo que Dios no se ofende NUNCA, ya que no está en Su naturaleza ofenderse, porque Su naturaleza es de amor... o sea, de buscar al hijo siempre, hasta encontrarlo; o de esperarlo siempre, hasta que vuelva.
Y esto es la clave: aunque “no lo merezca”, aunque no haya ningún mérito, solo por el hecho de pedirlo con el corazón. El Padre siempre con los brazos abiertos.
Parecido a San Dimas, el buen ladrón, que en el último minuto de su vida, se robó el cielo con la humildad de reconocer a un DIOS TODOPODEROSO en un cuerpo destrozado y moribundo.
Pero lo que más admiro de esa parábola del padre misericordioso, es que se completa con el hijo mayor... que nos representa a todos los que creemos que “hacemos las cosas bien”... y que POR LO TANTO, tenemos mérito para que Dios nos ame...
Hoy pensaba que tal vez, la CONVERSIÓN que vino a buscar Jesús en nosotros, es que comprendamos el tremendo DON que significa el amor de Dios para cada uno (cada uno en forma personal), que si no entendemos eso con humildad, seguramente pretenderemos seguir “negociando” nuestra amistad con Dios en base a algo bueno de saldo a favor que podamos tener en la cuenta, y el crédito que tenemos siempre abierto en Su Santa Misericordia.
¿Podremos algún día, CONVERTIRNOS como el buen ladrón (viniendo del lugar que cada uno venga, a veces un poco mejor, otras un poco peor)... y de golpe, reconocer el gran DON que nos ofrece Dios, cómo seguramente lo hicieron los santos... y entender que nuestro parámetro de valoración no ESTARÍA SIENDO el que más nos favorece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario