sábado, 23 de junio de 2018

20180623 Reflexiones sobre el problema del aborto

Una experiencia que se repite:
Una vez más, ayer participé en una charla/debate en un colegio de mujeres de orientación religiosa para chicas de medianos y bajos recursos (alrededor de 300 alumnas presentes). Todos los docentes a favor de la vida.

Se habló con muchas imágenes didácticas de la biología y la ética de la defensa de la vida, se explicó en forma muy comprensible el alcance y la importancia de las leyes en el contexto del aborto, y luego varias mujeres de Grávida contaron experiencias y mostraron videos extraordinarios... Fue una jornada excelente, las chicas siguieron todo con atención...

Luego se abrió el espacio para preguntas, pero terminó siendo un espacio de debate...
Con mucho respeto, las chicas que tomaron la palabra (alrededor de 15-20) mayoritariamente nos explicaron que es difícil que podamos cambiarles la forma de  pensar: “es el cuerpo de la mujer y tenemos derecho a elegir”.

Tratando de recurrir a nuestra máxima empatía, creo que, al menos, logramos sembrar algunas dudas sobre esa postura...

Reflexión personal:
Todos nuestros esfuerzos y charlas suman, y en el largo plazo los colegios y las universidades deben ser nuestro principal objetivo... y agrego que debemos incluir a los padres y a las madres porque mi sensación es que esto inicia desde muy pequeños... con el aprendizaje de los límites.

Un importante educador explicaba que los niños NECESITAN límites. 
Él lo graficaba comparándolo con manejar de noche en una ruta... ¡como nos ayuda que esté bien demarcada! 
Marcarles bien "la cancha" no hará que no se manden macanas, pero les enseña a donde regresar luego de esas macanas, les enseña que no todo es lo mismo, les enseña el respeto por los otros y sobretodo que en la vida no todo es mi capricho, no todo depende de lo que yo quiera... que mis decisiones son importantes, pero en un marco de respeto y sentido común, que la vida en comunidad es más importante que mi egocentrismo, que mis caprichos...
Aprender a conocer los límites desde pequeños es fundamental para entender el espíritu de dar y respetar la vida aún cuando “no me convenga”...

Preguntarles desde chiquititos ¿qué quieren comer o ponerse de ropa? y hacer siempre lo que ellos piden, que se duerman cuando ellos quieran, aceptarles luego pedidos y/o reclamos de mal modo, poner penitencias que nunca se cumplen, etc, etc. los va introduciendo en un mundo que se rige según “mis propios deseos, conveniencias y/o caprichos”... en ese contexto es muy difícil hacerles entender que el aborto no es bueno, porque ellas/os solo ven lo que a ellos/as le conviene... y no tienen el “ejercicio mental” de aprender a ver otras cosas, que no sea lo que ellos quieren... incluso, su propia experiencia de vida es que cuando reconocen que algo no les gusta, tuercen la situación con caprichos, enojos y hasta exigencias pedidas de mal modo...
Un sacerdote, a quien admiro, decía en una charla de estos días: “el aborto termina siendo una necesidad en esta cultura egocéntrica...”

Ese termina siendo un campo muy propicio para quien quiera sembrar la cultura del "pañuelo verde": “quiero que mis deseos se conviertan en derechos, y además que otro -el estado en este caso- siempre me los dé resueltos...”

En estos meses me ha tocado vivir esta misma situación en varias oportunidades.
Finalmente el problema del aborto termina siendo un emergente de la forma en la que nos estamos manejando como sociedad, exactamente igual a lo que observo cuando doy charlas sobre el consumo de alcohol en adolescentes... y seguro se repite en otros temas (respeto del cuerpo, bulling, cuidado del matrimonio y la familia, etc, etc)...
A muchos nos cuesta comprender “¡¿cómo puede ser que otros se manejen de esa forma?!”... y finalmente no reparamos que eso sucede en nuestras propias casas... en nuestros propios colegios...
No es fácil ser padres... se aprende sobre la marcha... y necesariamente ese aprendizaje exige salirnos del egocentrismo (pensar más en nuestros hijos que en nosotros mismos, pero no en nuestra comodidad como educadores, sino en lo que realmente les conviene, aunque nos cueste)... si no lo logramos, los chicos terminan creciendo como pueden... aprenden según lo que observan...

Siempre se dice que “todo tiempo pasado fue mejor”, yo creo que es una de las frases más engañosas que existen. Pretender que “antes” se hacían mejor las cosas... si verdaderamente fuera así, nosotros habríamos aprendido esa misma cultura de superación... nosotros somos el producto de lo que nos enseñaron... eso debe dejarnos muy claro que nuestros hijos SERÁN lo que nosotros les enseñemos... y así sucesivamente con nuestros nietos...

¿Cómo aprender a no pretender corregir recién sobre el producto final? ¿Cómo aprender a armar un buen producto desde un inicio?
¿Cómo cambiar un paradigma?

El cuento de la cascada:
Cuenta la leyenda que en un país muy lejano, un hombre bueno vio al pie de una cascada a un joven ahogándose en un remolino.
Con gran esfuerzo, el buen hombre logró sacarlo del agua, y llamó a un vecino para que lo ayudara a revivirlo. Cuando estaban en eso, vieron a otro chico cayendo por la cascada. Mientras intentaban salvar al segundo ahogado, vieron que caía un tercero. Horas después, un gentío bien intencionado se esforzaba por rescatar a los que caían, uno tras otro.                                                                             
Algunos meses más tarde, los vecinos ya habían fundado la Asociación del Ayuda al Ahogado, y con grandes sacrificios habían reunido fondos para contratar a un batallón de buzos, que iba sacando del agua a los niños y jóvenes que seguían cayendo.
Llegó a la comarca un hombre sabio y preguntó: “¿no sería bueno subir a lo alto de la cascada y averiguar por qué se cae tanta gente?”. Los esforzados vecinos le contestaron, con no poca impaciencia: “¿no ves lo ocupados que estamos salvando vidas? ¡No tenemos tiempo ni plata para andar paseando!”.
El sabio fue subiendo al cerro en sentido contrario a la corriente, y descubrió en la cima una aldea muy pobre, con una sola escuela. Enfrente de la escuela, había un gran baldío fangoso y sin barandas junto a la surgiente de la cascada por la que iban cayendo los niños...
Hay distintas versiones sobre el final de esta leyenda: 
-      hay quienes dicen que el sabio organizó a los alumnos de la escuela para que construyeran una baranda, y sembraran césped y una huerta en su baldío.
-      Otros dicen que pasó el resto de su vida tratando de obtener algo de fondos del Tesorero Real para pavimentar frente a la escuela, pero éste estaba demasiado ocupado cubriendo las deudas de la Corte, y el único subsidio que tenía disponible era para los buzos de la Asociación de Ayuda al Ahogado...

Que lástima que esto les esté pasando a los demás…
¿O pasa en MI casa? ¿O pasa en el colegio de MIS hijos o nietos?

¿Qué puedo hacer?