domingo, 17 de abril de 2016

20160417 ¿QUE y QUIENES son los MERCADOS?

Este es un resumen que hice en el verano, de una búsqueda en la web de un tema del cual desconozco por completo… 
Buscando informarme para comprenderlo mejor fui haciendo este resumen, con extractos de distintos sitios, que puede tener errores de interpretación por mi desconocimiento absoluto del tema…
Pido POR FAVOR a cualquier experto que lo lea que aporte para aclarar lo que le parezca conveniente… GRACIAS!

Sin embargo, creo que a muchos les puede resultar útil para comprender como funcionan las cosas.
Ahí va:

Cuando en los medios se habla de «los mercados», en general se hace referencia a un tipo particular de mercados que presentan hoy día una enorme importancia: los mercados financieros.
Al igual que el resto, los mercados financieros son espacios (físicos o virtuales) donde se intercambia un determinado tipo de productos: títulos financieros.

Los tipos de mercados financieros y de títulos intercambiados son muy amplios. Los cuatro más importantes son deudaaccionesdivisas y derivados.

Entre 1986 y 2004 el PIB mundial se multiplicó por tres (3) y las exportaciones de bienes y servicios por cinco (5), mientras que las emisiones internacionales de títulos (deuda y acciones) se multiplicaron por siete (7), los préstamos bancarios internacionales por ocho (8), el intercambio medio de divisas por nueve (9), y el mercado de productos derivados por noventa y ocho (98).
De este modo, la dimensión de estos mercados ha llegado a ser enorme, muy superior a la de la propia actividad productiva a la que supuestamente financian. Así, por ejemplo, a mediados de la década de 2000 el volumen de divisas negociadas en un solo día era sesenta veces superior a la cifra de importaciones mundiales diarias, y ochocientas veces superior al volumen de inversiones extranjeras directas que se efectúan en un día.

Durante las últimas décadas ha ido cambiando la lógica del funcionamiento financiero… Muchos inversores han encontrado en el ámbito financiero rentabilidades muy superiores a las proporcionadas en el terreno de la economía real (aquejada de dificultades recurrentes desde hace décadas como consecuencia de ciertas contradicciones del capitalismo)…
Sin embargo, son pocos quienes concentran la mayoría de los activos, de las transacciones y, en definitiva del poder, cuando se habla del negocio financiero. Estos son fundamentalmente los grandes bancos (bancos comerciales y bancos de inversión), los inversores institucionales y las agencias de calificación.

Los grandes bancos comerciales, tanto americanos (Citigroup, JP Morgan Chase, Bank of America) como europeos (Barclays, UBS, HSBC, Deutsche Bank, BNP Paribas, Santander, BBVA), son quienes otorgan la mayoría de los préstamos para adquirir títulos financieros, además de realizar ellos mismos multitud de operaciones diversas y de emitir títulos propios que se negocian en los mercados.

Los inversores institucionales (fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías de seguro y hedge funds) se sitúan también en el núcleo duro de los inversores financieros… La magnitud de activos que gestionan es espectacular, y tienen una enorme capacidad para determinar la evolución de los índic. bursátiles, el valor de las divisas internacionales o el precio de la deuda pública de los distintos países… Los hedge funds, o fondos de inversión de alto riesgo, a pesar de manejar muchos menos activos (en torno a 1,5 billones de euros), tienen gran impacto en los mercados, y desarrollan actividades altamente especulativas gracias al elevado endeudamiento al que recurren en sus operaciones.

- ¿Porqué las Agencias de Calificación tienen tanto poder?
Dado que actualmente buena parte del ahorro mundial se coloca en los mercados financieros, la cantidad de recursos/opciones que depende de lo que ocurra en esos mercados es enorme. El problema surge en la propia naturaleza de los mercados financieros, que impide que los agentes que compran y venden títulos cuenten con toda la información que sería necesaria para gestionar todos esos recursos de la forma más inteligente posible. Los mercados financieros actuales son tan complejos, posibilitan la realización de operaciones tan complicadas, y manejan productos tan opacos, que es imposible que la gran mayoría de participantes realice sus operaciones de forma fundamentada.
A priori, es evidente la utilidad que tendrían entidades que se especializaran en obtener datos rigurosos sobre las condiciones de los títulos que se negocian, e hicieran pública de forma «rigurosa» y «objetiva» esa información… Las calificaciones que emiten son las únicas que se consideran fiables...
Se entiende así lo importante que es para una entidad que emite títulos la calificación que recibe de las agencias.
Con el famoso sistema de letras (de la AAA a la C – o la D, según la agencia), estas entidades valoran el riesgo de impago de una empresa o Estado que emite títulos. La calificación otorgada es una especie de «sello de garantía»: los compradores adquieren títulos (es decir, prestan dinero) a agentes cuyas condiciones económicas desconocen, pero de los que se fían debido a su calificación… lo que le preocupa al comprador del título es el riesgo de no recuperar el dinero que pagó (el dinero que prestó), así como la posibilidad de no cobrar los intereses acordados… Las indicaciones de las Agencias tienen la capacidad de dirigir el mercado, motivando tanto compras como ventas masivas de forma inmediata.
El problema es que las calificaciones de las agencias sobre ciertos países con dificultades se han demostrado repetidamente arbitrarias, perjudicando a los países de cuya solvencia, con razón o sin ella, las agencias dudan (o dicen dudar).
¿Por qué las agencias se podrían equivocar? En realidad, no sería tanto un problema de equivocaciones, sino que las agencias podrían tener razones para emitir calificaciones interesadas. Sus clientes, son las mismas entidades emisoras de los títulos que ellos van a calificar: si un Estado o una empresa quiere que sus títulos sean calificados, paga a las agencias para que lo hagan… Es como si quien va a comprar un auto usado tuviera que fiarse del informe del estado de vehículo que hace un mecánico pagado por la empresa que lo vende…

- ¿Cómo una crisis financiera en un lugar determinado, como por ejemplo EEUU, puede llegar a convertirse en una grave crisis financiera y económica mundial?
La liberalización de los mercados financieros unida al descenso de la rentabilidad en las actividades productivas tradicionales ha facilitado la huida del capital hacia lo financiero, dando pie a lo que se ha denominado Financiarización, es decir, el dominio de las finanzas sobre el conjunto de la economía; dominio expresado no solo por el aumento espectacular de la actividad financiera y beneficios obtenidos por el propio sector, sino por su decisiva influencia en el comportamiento de empresas no financieras, hogares y gobiernos.

El capital que fue invertido en mercados de activos como acciones bursátiles o viviendas, luego dio lugar a un período de formación continua de burbujas en torno a sus precios. El estallido de estas burbujas provocó una crisis con una intensidad que no se daba desde la Segunda Guerra Mundial, justo cuando los flujos financieros internacionales fueron desregulados.
En un contexto de debilidad de la inversión productiva, la disminución de las rentas de los trabajadores y el menor intervencionismo público en la economía, el crecimiento de la demanda solo fue posible gracias al endeudamiento.
El crecimiento de la deuda —muy por encima del crecimiento de la economía real— condujo inevitablemente a la crisis una vez que los inversores financieros constataron que no podrían ser atendidos todos sus supuestos derechos de cobro. En particular, ese endeudamiento se basó en el aumento ficticio de los precios de los bienes inmuebles, que sirvieron como garantía de los préstamos. Pero al caer esos precios, en especial la vivienda, todo se derrumbó como un castillo de naipes. Fue el inicio de una gigantesca crisis bancaria internacional en cadena.
Mientras, dicha desregulación permitió que las empresas manipulasen sus balances contables ocultando sus pérdidas y exagerando sus beneficios, lo que les facilitó atraer nuevo capital para invertirlo de nuevo en los circuitos especulativos, muy rentables teóricamente, pero sin ninguna base firme. Por eso, cuando se dejaron de pagar esas hipotecas no solo quebraron bancos dedicados al crédito hipotecario, sino también entidades de todo tipo que habían comprado estos productos financieros.
El crédito desapareció de forma fulminante, y la actividad económica general que se alimenta del crédito para su funcionamiento cotidiano, se vio rápidamente impactada de forma severa. Por tanto, una crisis que en origen afectó al sector financiero de USA, se convirtió en una grave crisis financiera y económica mundial.

- ¿Cuál es el papel de los bancos en una crisis?
El proceso de financiarización supuso severas transformaciones en el ámbito bancario. Los modelos públicos de supervisión fueron reemplazados por otros teóricamente más eficientes, donde primaba la autorregulación mediante auditorías privadas. La eliminación de «distorsiones» regulatorias, se decía, permitiría que los precios ofrecieran una información perfecta acerca de la situación de cada entidad. Los operadores entonces sabrían dónde invertir, y se premiaría la eficiencia.
El endeudamiento sería la fórmula mágica que posibilitaría el crecimiento de la demanda pese al ajuste salarial. Tal patrón de crecimiento vía deuda otorga al sector financiero, y sobre todo a la gran banca transnacional, una posición privilegiada como eje central del modelo. Por su parte, la desregulación ofrece la creación de variados instrumentos financieros muy sofisticados y nuevas oportunidades para la especulación. La complejidad de estos nuevos activos financieros obstaculiza su supervisión, que crea un gigantesco sistema bancario «en la sombra», al margen de los mercados formales, así como de toda supervisión.
Ello permitió a los bancos sobre-endeudarse sin que ese excesivo apalancamiento (el % de deuda sobre el total de activos) se reflejara en sus balances contables…

La afirmación en 2003 del premio Nobel en economía, Robert Lucas, ilustra el convencimiento triunfal por parte de la ortodoxia académica: «el problema de la prevención de depresiones ha sido resuelto en todos sus aspectos para muchas décadas». Apenas cuatro años más tarde se iniciaba una gigantesca crisis bancaria internacional en cadena. La portentosa liberalización de los mercados de capitales desembocaba en la mayor intervención pública de la historia

Al principio los números rojos de grandes bancos y corporaciones financieras se consideraron problemas de liquidez puntuales, una «crisis de confianza». En cierta medida así era, pues la opacidad de los nuevos instrumentos financieros hacía imposible determinar la calidad real de los títulos. Nadie se atrevía a prestar a nadie. La intervención inicial se basó en respaldar la compra de entidades con problemas, colaborando para dejarlas a precio de saldo con el fin de facilitar su venta.  Al resultar insuficiente se procedió al rescate bancario, directo o indirecto, con dinero público.
Los beneficios eran inicialmente privados… luego se socializaron las pérdidas.

La principal vía de rescate bancario consiste en la inyección de liquidez, que significa conceder préstamos a muy bajo interés a las entidades en dificultades, para que puedan recapitalizarse y continuar su actividad. Cuando resultó insuficiente se nacionalizaron bancos parcial o completamente.
La nacionalización busca sanear esas entidades separando los activos «tóxicos», es decir de dudoso cobro, que son asumidos por el Estado, y así facilitar su apresurada venta. Sirva como ejemplo la reprivatización en agosto de 2011 del Banco Português de Negócios por 40 millones de euros, pero que al Estado luso le costó 2.400 millones de euros sanear (el 1,4% de su PIB).
Los estados han dedicado grandes cantidades de dinero público al rescate de estas entidades privadas. El gobierno de EEUU destinó en apenas uno de sus programas 700.000 millones de dólares para apoyar a su sistema financiero, la mitad del cual se dedicó a recapitalizar entidades y adquirir activos problemáticos. Alemania, empleó 60.000 millones de euros en recapitalizarlos solo hasta mediados de la crisis. El gobierno de Merkel, tan disciplinado con esos países «despilfarradores» del sur europeo obvia que, según el Comité Económico y Financiero de la UE, el conjunto de ayudas al sector bancario alemán sumarían en torno a medio billón de euros; más de 400.000 millones en el caso de Francia y más de dos billones en toda Europa. Y todo esto sin condicionamientos ni contrapartidas; sin cambiar cuadros directivos, ni recortar sus astronómicos sueldos, y sin controlar el destino de las ayudas… “¿poder de lobby?”.

A los rescates directos hay que sumarle los indirectos. Lo son por ejemplo los cambios legales en la UE y EEUU, que atienden a las reivindicaciones del sector financiero para que sus activos sean valorados a precios de compra y no por su precio actual de mercado. Un cambio importante si tenemos en cuenta que pudieron pagar millones en su momento por activos «tóxicos» ahora depreciados o incluso sin valor. Este «tuneado» de cuentas les permitía maquillar su deterioro patrimonial para facilitar su acceso al crédito.
Pero el mayor rescate indirecto es el acceso a financiación ilimitada (full allotment) al 1% de interés desde mayo de 2009 por parte del BCE. El problema es que esto no ha logrado canalizar de nuevo el dinero hacia el tejido productivo.
Mientras que el artículo 125 de la UE impide el rescate fiscal de un Estado miembro, los bancos acuden al BCE a un coste del 1,5% desde julio de 2011 y compran luego deuda pública con rentabilidades superiores al 4%, y así pueden recapitalizarse y recomponer sus balances contables a cuenta del erario público.

En definitiva, la pretendida «crisis fiscal» fue es en realidad una crisis bancaria. El endeudamiento público derivó, en buena parte, del rescate a los bancos por los estados, y no al revés. Los mismos que piden cuentas a los endeudados estados europeos, antes bendecían el modelo de crecimiento cuando sus bancos obtenían enormes beneficios al financiar el crecimiento vía deuda de los periféricos.
Después, ante la extensión internacional de la crisis esos bancos se refugiaron en los títulos de deuda pública de aquellos países, más rentables gracias a la continua elevación de sus primas de riesgo. En apenas un año los principales bancos han perdido casi el 50% de su valor, y algunos más aún. Si muchos colosos bancarios no cayeron es porque la ciudadanía los financió...

- ¿Por qué ahora son los estados los que están en crisis?
Según el análisis anterior, la actual «crisis de la deuda pública europea» se explicaría en gran medida por la capacidad de los bancos para cargar a los estados con los costos de su crisis.
Dichas políticas se basaron en la aceptación totalmente acrítica de la doctrina del denominado «déficit cero», lo que dio lugar a una austeridad mal entendida. Por un lado, durante años se recortó el gasto público, lo que afectó muy especialmente a las partidas dedicadas a financiar servicios básicos como sanidad, educación o transporte.
Esa reducción del gasto público hizo posible bajas de impuestos que, en muchos casos, tuvieron un carácter regresivo, ya que beneficiaron clases sociales más pudientes. Son los casos en que se basaron en la reducción o eliminación de impuestos directos (que gravan la renta, los beneficios, el patrimonio o las sucesiones), en los cuales, si están bien diseñados, contribuye proporcionalmente más quien más tiene. Y en algunos casos hubo subida de impuestos indirectos (el IVA o aquellos que se pagan por el consumo, como x ej la nafta) a los que cualquier persona contribuye en la misma proporción, independientemente de sus ingresos o su poder de compra. Sin embargo, estas subidas de algunos impuestos no fueron suficientes, por lo que cuando los estados se vieron obligados a reaccionar frente a la crisis, contaban con recursos insuficientes para ello. A esto se suma que, en épocas de crisis, la recaudación tributaria tiende a caer debido a la disminución de la actividad económica y de los ingresos y el consumo. En esta situación, gastos públicos en los que se incurría antes de la crisis, como aquellos orientados a asegurar ingresos mínimos a la población desempleada, o a reactivar la actividad productiva, enseguida han sido considerados «insostenibles» y, por tanto, recortados o directamente eliminados.

Ni los gobiernos europeos, ni el estadounidense se han atrevido a obtener recursos de donde era posible hacerlo (incrementando la tributación de las rentas más altas o gravando las operaciones financieras especulativas). En su lugar, han dedicado una gran cantidad de recursos a rescatar al sector financiero. Luego, la única manera que han tenido de hacer frente a sus necesidades financieras es acudiendo al mismo sector bancario al que se han dedicado a salvar.
De hecho, en el caso de la UE, los estados ni siquiera han podido recurrir al BCE para financiarse. En vez de ayudarles a afrontar el incremento temporal de los gastos necesario para enfrentar la crisis, lo que ha hecho es financiar al sector bancario para que este haga negocio a costa de las necesidades públicas.
Como los tipos de interés a los que la banca presta a los estados son mayores que a los que presta el BCE, el sobrecoste que soportan los estados por tener que pedir prestado a los bancos privados en vez de a su banco central incrementa sus necesidades financieras. Esto se convierte en la excusa perfecta para que las agencias de rating rebajen la calificación de la deuda.
La financiación pública a través de los mercados a cada vez más altas tasas de interés generaría una carga no solo ilegítima, sino que podría acabar convirtiéndose en insostenible.

- ¿Cómo se concreta «la dictadura de los mercados»?
Los estados realizan actividades fundamentales tanto desde el punto de vista económico como social. Para poder financiarlas necesitan dinero. Para ello, el Estado puede recurrir a distintas vías.

En primer lugar, puede cobrar por la venta de los bienes o servicios que producen las empresas públicas Sin embargo, la mayoría de los gobiernos han ido eliminando esta fuente de ingresos acometiendo privatizaciones de forma masiva…

Otra forma mucho más importante de obtener ingresos es mediante la recaudación de impuestos. Los impuestos suponen unas 4/5 partes de los ingresos públicos, por lo que es su principal fuente de financiación.
Están los impuestos directos con mayor capacidad para redistribuir rentas (los que se pagan en mayor medida cuanto más rico se es), y los llamados impuestos indirectos, como el IVA y aquellos que se pagan por el consumo de determinados productos, a los que cualquier persona contribuye en la misma proporción, independientemente de sus ingresos. La capacidad del Estado para recaudar se ve mermada en épocas de crisis, cuando la actividad de las empresas y el nivel de renta general caen.

La tercera forma de ingresos públicos es la emisión de deuda.
Con cada vez menos posibilidad de recaudar impuestos y de obtener ingresos mediante empresas públicas, una parte creciente de esos déficit se tienen que financiar mediante la emisión de títulos de deuda (bonos, letras u obligaciones). Dichos títulos pueden ser adquiridos por inversores privados o por instituciones públicas, teniendo cada opción implicancias diferentes.
La venta de deuda a inversores privados requiere que el Estado sea capaz de convencerles para que la compren. Para ello los compradores deben considerarla atractiva, en lo que intervienen dos factores: la rentabilidad y el riesgo asociados a esos títulos. La rentabilidad está marcada por los tipos de interés a los que se fije cada título; por tanto, con el fin de atraer inversores, los gobiernos se ven forzados a aumentar dichos intereses. Pero además, los compradores de deuda exigirán que el riesgo de no recuperar su dinero sea mínimo. Por ello, cada gobierno debe demostrar que su prioridad es devolver la deuda y, por tanto, que las políticas económicas que aplique estén supeditadas a dicho fin.
Los gobiernos emisores de deuda reciben de este modo presiones de sus compradores para que saneen sus cuentas, pero la forma más usada es a través de impuestos, principalmente el IVA, que grava proporcionalmente más a los que menos tienen… Y se les conmina a reducir sus gastos, lo que se traduce en recortes, incluso de servicios públicos básicos, como la educación o la sanidad.
Otras medidas que ayudan a recibir el visto bueno de los mercados y de las autoridades monetarias son las reformas del mercado laboral, al considerar que las medidas de protección de los trabajadores son un obstáculo para los beneficios empresariales y, así también, para el crecimiento económico.

También sería posible que esa deuda sea adquirida por organismos públicos como los bancos centrales del propio país, aunque esta vía presenta restricciones. La compra de deuda por parte de los bancos centrales ha sido vetada desde hace décadas por considerarla perjudicial. Este mecanismo implicaría evitar el «examen del mercado»: como los gobiernos que se endeudarían son quienes nombran a las autoridades de esos organismos (bancos centrales), podrían proceder a emitir deuda sin control, pues siempre tendrían un comprador. Esa emisión de deuda se pagaría con emisión monetaria en un proceso denominado «monetización del déficit» y, al aumentar el dinero en circulación, aumentaría la inflación.
Sin embargo, podría tenerse presente este mecanismo en un período deflacionario.

En suma, “la dictadura” de los mercados financieros deriva de la confluencia de dos procesos. Uno, la renuncia durante años por parte de los gobiernos a instrumentos que permitan garantizar la solvencia de las cuentas públicas aún en tiempos de crisis. Y dos, del recurso a la toma de deuda principalmente en los mercados financieros privados, con la consiguiente exigencia por parte de los inversores de aplicar fuertes ajustes a cambio de obtener esos fondos. Al reprimir inversiones públicas, las políticas de ajuste pueden ayudar a la consolidación de la crisis…

Los estados recurren al crédito (deuda) para cubrir déficit y obtener liquidez inmediata con la que afrontar sus pagos.  Para financiarse emiten títulos de deuda en los mercados a cambio de su devolución con intereses. La suspensión de pagos sucede cuando el Estado no atiende a sus compromisos financieros en el plazo fijado. El impago suele identificarse con su voz inglesa, «default».
Los títulos de deuda constan de dos elementos: precio del título y tipo de interés. Ambos se comportan de manera opuesta: cuando sube el precio del bono, baja el interés (y viceversa). Cuanto más arriesgado se perciba que es el título emitido menor será su precio, pues menos atractivo resultará a sus posibles compradores, por lo que habrá de ofrecerles una mayor rentabilidad (tipos de interés más elevados) para estimularles a comprarlo.

- ¿Es posible enfrentar la dictadura de los mercados?
Aunque suela presentarse como imposible, sí existiría margen de maniobra para gestionar la salida de una crisis sin subordinarse a los intereses de los poderes financieros, o sea, los «mercados».
Se trataría de gestionar la salida de una forma democrática y social… hay que garantizar que la gestión económica de los recursos se lleve a cabo mediante procedimientos democráticos.
No sería posible poner en pie una gestión de la crisis si previamente no se enfrenta la llamada «dictadura de los mercados». Países como Islandia demuestran que reclamar el derecho a decidir sobre cuestiones económicas fundamentales es factible.
Otra condición necesaria sería dotar a los estados de mecanismos de financiación que no les hagan depender de los inversores privados.
El Estado podría movilizar una gran cantidad de recursos; el problema es que en los últimos años ha ido renunciando a ellos. Esta renuncia ha tomado la forma de concesiones a grandes grupos económicos —que han visto cómo se reducían notablemente los impuestos que pagaban— y a los bancos —que se enriquecen financiando a los estados. Recuperar una política fiscal potente y progresiva, que grave más a las rentas del capital financiero que las de la economía real y por lo tanto del trabajo, acompañada de una lucha decidida y eficaz contra el fraude y los paraísos fiscales, incrementaría sustancialmente los recursos a disposición del Estado. Con ello, se reduciría su necesidad de endeudamiento y así su dependencia actual de los mercados financieros.

Recuperar la capacidad de movilizar recursos públicos sería útil, el Estado debería emprender programas de gasto robustos y bien orientados. Por una parte, esos recursos públicos debieran destinarse a paliar los enormes costos sociales que genera la crisis sobre los sectores más desfavorecidos de la población. Y por otra, la inversión pública es imprescindible para reactivar la economía y generar empleo, reorientando nuestro modelo productivo con criterios de utilidad social y sustentabilidad medioambiental.
La gestión monetaria también debe jugar a favor de esta recuperación de la soberanía económica. Es preciso un banco central que asuma sus responsabilidades con la ciudadanía. Debe garantizar, no la alta rentabilidad de los activos financieros —que es lo que hace prestando dinero barato a los bancos en vez de a los estados—, sino el establecimiento de condiciones monetarias y financieras que colaboren en la reactivación de la actividad económica y la generación de empleo.

En el ámbito financiero también tendrían que tomarse medidas importantes, que contribuirían a ganar margen de maniobra para una gestión económica democrática y eficaz. En primer lugar, se precisaría una regulación bancaria y financiera. Las normas sobre productos financieros y sobre las operaciones que pueden realizar los agentes deben ser reguladas (acabando con la llamada «banca en la sombra», actividades financieras al margen de cualquier supervisión). Se ha comprobado que las pérdidas derivadas de riesgos excesivos terminan siendo socializadas a toda la población.
Recuperar la presencia de una banca pública capaz de operar con criterios de largo plazo y utilidad social, que facilite un crédito accesible a aquellas actividades económicas prioritarias para la transformación del modelo productivo y la generación de empleo.

Serían necesarias medidas dirigidas a controlar los movimientos de capitales, para garantizar un compromiso mínimo de los mismos con los proyectos a los que financian, así como para evitar jugadas especulativas.
Suele argumentarse que la dictadura de los mercados es infranqueable. Se sostiene que si un país optara por instaurar controles de capital que entorpecieran la especulación, o una normativa laboral favorable a los trabajadores, los inversores lo abandonarían prefiriendo destinos más atractivos…

ACLARO NUEVAMENTE:
Este es un resumen de una búsqueda en la web de un tema del cual desconozco por completo… 

Pido POR FAVOR a cualquier experto que lo lea que aporte para aclarar lo que le parezca conveniente… GRACIAS!!!

jueves, 7 de abril de 2016

20160407 Lo legal… ¿es siempre lo correcto? Debemos buscar que SI SEA SIEMPRE ASI!!!


Los “Panamá papers” dispararon una serie de intercambio de opinión entre mis amigos… que se fue encaminando de esta forma… al menos desde mi punto de vista:
¿Alguien leyó este articulo sobre los paraísos fiscales (tax heavens)?
http://gu.com/p/49pqk/sbl (recomiendo leer para comprender mejor)

Mini resumen:
Tax heavens = evasión de impuestos (como mínimo)... además otras posibles implicancias... prácticamente NINGUNA buena.

Algunos textuales:
"... it should be noted that everything these companies are doing is legal: it’s what we call tax avoidance or planning – not evasion..."
"... Tax havens’ defenders say they smooth the flow of capital around the world, removing roadblocks and red tape. But what are those roadblocks? Taxes, regulation and democratic laws. Havens are places where you can put your wealth in order to escape the rules at home. Those rules might be around tax, or criminal laws, or rules about transparency and disclosure, or financial regulations. (It’s not always about the tax)..."

Vale la pena leer este artículo, explica muchas cosas en forma clara y concreta...
Si hay algo que se nos esté pasando por alto o que no estemos entendiendo los que no comprendemos el mundo económico-financiero, por favor que los que si lo entienden nos lo expliquen mejor... para entender de verdad...

Les cuento una breve historia de ayer mientras hablaba con una médica joven... Este fué el diálogo:
- Ella: "yo no entiendo... ¿Cómo puede existir gente que gane tanto, haciendo igual o menos que otra que gane tan poco, y habiendo tantas necesidades sociales?"
- Yo: "lo que pasa es que son las leyes de un mercado libre, que permite que el que más se esfuerza le vaya mejor, y eso es un gran estímulo para que se desarrollen muchas cosas... entre ellas, avances científicos, tecnológicos, etc, etc, e incluso las empresas que darán trabajo a los que tienen menos posibilidades de sobresalir..."
- "Si claro... pero debería haber un límite... algo que regule que si las ganancias son excesivas... bla, bla..."
- "... te entiendo... el problema sería ¿cuál es ese límite y quién lo pone?... De hecho, ese punto de alguna manera ya está analizado y su respuesta es la escala creciente de IMPUESTOS que se debe pagar... Quien más gana, paga muchos más impuestos que el que gana poco... Esa es la forma de hacer lo que vos estás pidiendo... aunque genera muchas discusiones sobre como se instrumenta…"

Después de leer este artículo, que analiza los comportamientos habituales de muchas de las grandes corporaciones… ¿con que cara le explico que la sociedad regula este problema con los impuestos? Si justamente esas grandes compañías pueden acceder a un sistema de evasión que funciona en forma "legal", mientras al mismo tiempo, los pequeños deben pagar sus impuestos como corresponde en su país de origen…

El cobro de IMPUESTOS y el buen uso de lo recaudado es un hecho de alta implicancia ETICO-MORAL de la sociedad... no es necesario discutir mucho sobre este tema, ¿no? Sin embargo, el Papa Francisco ha debido aclarar que por defender este punto específicamente una persona no debe ser considerada "comunista"...

En algún sentido creo que todos nos vamos sesgando por la profesión que ejercemos y muchos hábitos intrínsecos a esas profesiones se nos van haciendo habituales y muchas veces no nos detenemos a analizarlos... es en este contexto que creo que ayer, en nuestra charla de amigos, se podía defender a las empresas establecidas en paraísos fiscales... o creo que también puede suceder que quien no está "empapado" en el tema, no comprenda bien la utilidad o la necesidad de ciertas cosas...
Les pido por favor a los que "comprenden más" que nos expliquen desde qué ángulo se puede defender la existencia de paraísos fiscales... donde los grandes evaden impuestos "legalmente", no retribuyendo a la sociedad lo que corresponde para obras comunitarias y además realizando una competencia desleal con los pequeños negocios locales que pagan sus impuestos como corresponde.
Seguro que habrán algunas excepciones como algún país que cobra impuestos en forma totalmente distorsionados, que podrían hacer inviable un negocio, transformándolo en "viable" a través de estos mecanismos de “evasión legal”... pero en ese caso, ¿cuál seria la diferencia con los "manteros" que venden productos (tax - free) en la misma puerta de los negocios que pagan impuestos? Los manteros también esgrimen que es la única forma que ellos pueden sobrevivir (al margen que detrás de los manteros hay otros negocios, etc, etc)…

En algún punto siento (y perdón si les parece exagerado) que defender los "paraísos fiscales", seria como que yo, como médico, les quisiera explicar que los "trasplantes clandestinos de órganos" no son tan malos, en algún punto serían necesarios porque habría quien no pueda acceder a los mismos que... bla, bla... o que "arreglar la colocación de una prótesis" que claramente tiene un sobreprecio que permite pagar un "ana-ana" sería justificado... bla, bla...

Considero que no es un tema menor, por cuanto nuestro presidente y su familia están involucrados en esa práctica; por cuanto el presidente y su entorno la consideró algo de lo que no hay que preocuparse ("todo legal"); y sobre todo porque las inversiones que anhelamos vengan a la Argentina, si lo hacen en estas condiciones, poco será lo que van a aportar a la sociedad independientemente del nivel de sus ganancias... en ese punto el presidente se estaría contradiciendo... Si queremos mejorar el país y hacer frente a las obligaciones asumidas, el estado necesita recursos, y esos recursos provienen del cobro de impuestos y/o de la toma de deuda (sobretodo si se piensa que el estado no se debe inmiscuir en negocios productivos, ya que de eso se deben ocupar los privados)…

Por último, este escrito de ninguna manera significa que yo sea desestabilizador, ni que esté a favor de los delincuentes K (los que deben ser juzgados con la rigurosidad que corresponde).
Solo pretende pensar en mecanismos de una sociedad con menos desigualdad en las oportunidades, o sea más justa. Una REFLEXION. Comparto algunas ideas, esta no, y creo que debe ser mejor analizada.

Ayer alguien decía algo que en su momento me pareció comprensible... pero que ahora vuelvo a analizar: "no es lo mismo unos chorros descarados, que algunos que ganan la plata laburando y después la usan de forma no tan clara..."
Sin duda existen distintos niveles de corrupción (“choreo”) y de responsabilidades... pero chorear en cualquier etapa del proceso no te exime de la responsabilidad, aunque tengas la "capacidad de lobby" para acomodar algunos procesos como “legales”…
Repito, vale la pena leer el artículo que disparó este escrito!
Para los que le cueste el inglés, vale la pena traducirlo...

En la misma conversación de ayer, otro de mis amigos decía: “los 10 mandamientos siguen siendo los mismos…” por más que le busquemos la vuelta…
Y en una reflexión del Evangelio de ayer, en lo que se refiere a Juan 3, 19-21 (donde dice que “amemos a la Luz más que a las tinieblas”), un cura decía más o menos lo siguiente:
"No nos alejemos de la Luz, aunque la Luz también expone tus manchas... pero solo si podés ver las manchas, podés intentar corregirlas... SOLO en la Luz es donde brillarás, a pesar de tus manchas... Estamos llamados a vivir en la Luz y la clave para eso es ser SINCEROS..."

O sea, creo que tenemos que tratar de ver las cosas desde la claridad de la Luz... y que las diversas circunstancias que nos muestren ciertas manchas propias no sean para justificarlas, sino para intentar corregirlas...
Con respecto a lo puntual que venimos hablando, me cuesta ver las bondades de los paraísos fiscales (pero estoy abierto a que me las expliquen mejor)... o como alguien los definió, ciertos países con “menores exigencias impositivas”… pero que al mismo tiempo permiten no aclarar el origen de los fondos, no colocar los verdaderos nombres de los dueños de esos fondos, etc, etc…
¿Podrían haber algunas excepciones?... o tal vez situaciones comunes donde el estado roba y además no devuelve en educación, salud, justicia y seguridad lo que recauda en impuestos... y digo "situaciones comunes" porque en todos los países (incluidos los que pondríamos de ejemplo) donde me toco vivir y trabajar temporalmente, en todos, todo el mundo se queja de lo mismo... de que el estado no les da lo que debiera…
Entonces hay dos enfoques:
1) uso toda mi creatividad para evadir con la justificación de los impuestos opresivos...
2) uso mi esfuerzo en crear un sistema mejor y más justo...

Con este análisis sólo busco generar un espacio de reflexión que nos ayude como sociedad... y en ese sentido creo que todos deberíamos buscar que no existan más los paraísos fiscales...
El artículo, que insisto en que lean (
http://gu.com/p/49pqk/sbl), no sólo dice que existen, sino que son la forma corriente de manejarse de una enorme proporción de las grandes corporaciones, un sistema totalmente instalado para en el menor de los casos, evadir impuestos en forma “legal”…