domingo, 18 de marzo de 2018

20180318 Ser CRISTIANO hoy... falsos dilemas, medias verdades, sofismas.

Cada uno tiene derecho a creer en lo que cada uno entiende por “la verdad”.
Algunos prefieren acomodarla a sus conveniencias circunstanciales… en esta última posición juega en contra la "honestidad intelectual". Es algo muy privado, cada uno sabe lo que verdaderamente le resulta creíble versus lo que debe “acomodar” en su conciencia para que sea funcional a sus conveniencias momentáneas.
Por otro carril van los que directamente actúan según su propio interés, sin detenerse a pensar si algo puede estar bien o mal… prefieren no analizarlo… en algún lugar de sus conciencias hay un “ruido” que les dice que podrían no estar obrando bien.
En este blog me tomé el atrevimiento de copiar textualmente el análisis de Clive S. Lewis sobre la consciencia de lo que está bien y lo que está mal, la Ley Natural o la Ley de la Naturaleza Humana, vale la pena repasarlo:

Hoy trataré de reflexionar sobre nuestras creencias como cristianos.
Cristo-Jesús se proclamó como Hijo de Dios, se hizo verdadero hombre y expresó que el motivo por el cual vino al mundo fue para anunciar que el AMOR es el ÚNICO camino que conduce a Dios, y que ese amor se expresa en el prójimo hasta el nivel de estar dispuesto a entregar la propia vida.
Ningún historiador discute la existencia de Jesús. Se acepta bastante uniformemente cómo transcurrió su vida o cómo fue su muerte. Con el mismo rigor histórico que aceptamos que los romanos habían conquistado aquella zona del Asia menor, también se acepta que Jesús caminó por Palestina en aquellos años. Por un lado se aceptan naturalmente los hechos meramente históricos, pero nadie está obligado a creer en la "utilidad" de Su mensaje, y más difícil aún, se necesita de un acto de Fe para creer que al tercer día de ser crucificado, Cristo Resucitó.

Pero algunos creemos… y entonces nos llamamos CRISTIANOS.
Debemos asumir que quienes nos llamamos cristianos es porque creemos en ese mensaje de que el AMOR es el único camino para llegar a ese Dios que SÍ creemos que existe, porque además de que Jesús nos lo enseñó, Él luego lo confirmó con Su Resurrección… algo que solo puede hacer un Ser Superior.

Pero quienes decimos que creemos, ¿cómo demostramos esa creencia?
Este es el tema que hoy me lleva a escribir… Obviamente no puedo hacerlo solo, así que una vez más me apoyaré en las reflexiones de alguien a quien admiro, en este caso José Luis Martín Descalzo, de quien copiaré frases textuales y las enturbiaré (con buena intención) con algunos comentarios propios.

Descalzo escribió un libro extraordinario sobre la vida de Jesús en su contexto histórico y con reflexiones sobre su obra. La contratapa de ese libro empieza con la pregunta que a mi hoy me dispara esta escritura: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?”. Jesús hizo esa pregunta a un grupo de amigos hace 2000 años...
Descalzo agrega: aunque los hombres no terminamos de responder a esa pregunta, 20 siglos después, la historia de la humanidad sigue girando alrededor de quien formulara esa pregunta. ¿Quién es ese hombre por quienes tantos han muerto, a quien tantos han amado con locura, o por quien también ¡ay! se han cometido tantas violencias? Su nombre estuvo en la boca de millones de agonizantes, como una esperanza, y en millones de mártires, como un orgullo. ¿Cuántos encarcelados, atormentados y aún muertos por proclamarse sus seguidores? Y también, ¡ay!, ¿cuántos fueron obligados a creer en Él a riesgo de sus vidas; cuantos tiranos levantaron su nombre como bandera? Su doctrina (del AMOR), paradójicamente inflamó el corazón de los santos y las hogueras de la inquisición. Discípulos suyos se han llamado los misioneros que abandonaron “todo bien material” para cruzar el mundo anunciando Su nombre, y discípulos suyos ¡ay! nos atrevemos a llamarnos al fin quienes hemos “aprendido” a compaginar Su AMOR con nuestro dinero… ¿Quién es pues este Personaje que parece llamar a la entrega total, cuyo nombre o la falsificación del mismo producen frutos tan opuestos de amor o de sangre, de locura magnífica o de vulgaridad? ¿Quién Es y qué hemos hecho de Él? ¿Cómo hemos usado o traicionado su voz, que jugo misterioso o maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego o es opio? ¿Es bálsamo que cura, espada que hiere o morfina que adormila? ¿QUIÉN ES? ¿QUIÉN ES?
Nuestra respuesta pone en juego nuestra existencia.

Wauu… este texto moviliza, ¿no?

Pero luego, en otro libro, Descalzo nos desafía con una carta que él llama: “La impotencia del amor”.
¿Puede el amor ser impotente? Si acaso ¿no fue el mismísimo Cristo el que nos dijo que el AMOR es invencible?
Descalzo dice que quedó escalofriado al leer una denuncia de que muchos cristianos han comenzado a dudar de la “eficacia” del amor, que no bastaría con intentar cambiar los corazones, que habría otras acciones más útiles, más eficaces… llámese revolución o luchas de clases (entre quienes más tienen, entre quienes menos tienen, entre quienes piensan distinto, etc., etc… ¿grieta?). 
Revolución, claramente es más “imponer” (por la fuerza, o con “guante blanco” con cualquier poder - ¿dinero? -) que conquistar el corazón. Esto no sería nuevo… Maquiavelo ya les habría enseñado a los políticos sobre la “inteligencia del doble juego” donde la mano izquierda puede llegar a ir más derecha al objetivo que el pobre corazón… 
De allí surgiría proclamar que habría una violencia digna de censura: la que destruye; y otra digna de elogio: la que construye. ¿Qué violencia podría “construir” algo? Solo la que ayuda a los intereses propios...

Pero para Descalzo, lo verdaderamente dramático llega cuando somos los cristianos los que desconfiamos del amor y apostamos por una fría eficacia conseguida sin él. 
Dice: “nunca vi un libro piadoso que recomiende que para amar a Dios haya que estar atento a no amar demasiado a los hombres”… se confunde AMOR con un "amor condicionado", que en todo caso ya no es el amor cristiano…
Aparecen los falsos dilemas del “presunto” mal menor…
Alguien dijo: “La Iglesia condena la violencia, pero condena la indiferencia con más energía. La violencia puede ser una expresión del compromiso por amor. La indiferencia jamás. La violencia podría ser una caridad imperfecta, mientras que la indiferencia la perfección del egoísmo”.
Un juego de medias verdades y sofismas que pueden confundir al plantearlo como un falso dilema.
Es cierto que la indiferencia es una expresión del egoísmo, pero no es cierto que la violencia pueda ser vinculada a la caridad; en todo caso es la inversión, la falsificación o la violación de la caridad. Con la violencia se puede entrar a muchas partes, menos “al corazón” del otro.
¿Porqué solo la disyuntiva entre la violencia y la indiferencia?
En este punto veo a nuestra sociedad en este momento discutiendo sobre la legalización del aborto. ¿Porqué no agregar una 3ra opción, la del AMOR?

“Prefiero tener sangre en las manos, antes que el agua de la palangana de Pilato”. Otro falso dilema! Ejemplos sublimes entre las manos "ensangrentadas" de cualquier tipo de violencia o las manos lavadas de "falsa sentencia" de Pilatos, están las manos humildes y perseverantes de Gandhi, las manos piadosas y caritativas de la Madre Teresa, las manos firmes y exigentes de Martin Luther King, las manos ensangrentadas (de su propia sangre) del mártir monseñor Romero, las manos orantes de una carmelita desconocida, las manos de una madre, las manos de un obrero... ¿quién no aceptaría que las manos de un CRISTIANO deben ser cualquiera de estas, y no las de cualquier forma de violencia o indiferencia?
Porque entre quienes avasallan o entre los que están dormidos, están los que caminan, los que hacen su trabajo y ayudan cada día a que 4 o 5 personas de su alrededor sean algo más felices.

Nuestro gran problema es volver a creer en la "l-e-n-n-n-t-a" eficacia del AMOR. Una eficacia que tiene poco que ver con este mundo del poseer, con la "sensación de seguridad" de la posesión individual que "necesito" acrecentar, por las dudas... tan poco que ver, que a algunos, esa "eficacia del AMOR" nos puede resultar invisible...
PROVIDENCIA... una palabra que cada tanto escuchamos, que incluso a veces nos animamos a invocar... pero ¿quién CONFIA en ella?
Me pregunto: ¿cuantas veces canté emocionado la canción "Vida en abundancia"? por favor... escuchemos de nuevo su letra y reflexionemos sobre ¡"la aventura de confiar" en Dios!
https://www.youtube.com/watch?v=pQ7YZcpgIk8
No te prives... podemos darnos el gusto de escucharla nuevamente, ¡esta otra versión es lindísima! pero pensemos/sintamos por un momento (esta vez sin leer la letra, solo cerrando los ojos y escuchándola) ¿qué es lo que nos está diciendo, a qué nos está invitando?
https://www.youtube.com/watch?v=03XlMCWMhpE

Shusaku Endo (primer biógrafo de Jesús en japonés) decía: “Jesús se daba cuenta que aquella gente infortunada a la que Él tanto amaba, lo traicionaría en cuanto se dieran cuenta de la impotencia del amor para aquellos resultados concretos que ellos perseguían con cierta urgencia… Los ciegos querían ver, los paralíticos caminar, todos los enfermos ser curados, ellos querían los milagros, no el amor. Jesús se sabía incomprendido porque Él no buscaba la misma eficacia o triunfo… “SOLO” quería enseñar que el AMOR era el camino a Dios”.

Veinte siglos después, siguen abundando los “cristianos” que nos acomodamos a pensar que ciertas picardías o codos o zancadillas son más útiles que la conquista del corazón. Cientos de miles de cristianos buscan armas más eficaces que el amor.
Ahora, con una mano en el corazón… hoy solo creen en el AMOR los santos y algunos niños…

Querido José Luis Martín Descalzo, PERDÓN por haberme atrevido a mezclar frases textuales de tus libros con interpretaciones mías… espero que si pudieras leerme no pensaras: “este chaval no entendió nada...”.

Lo último... pensemos un instante en nuestro país... ¿tiene cosas buenas? SI ¿Necesita cambios? ¡SI!
¿Se puede cambiar para bien algo que no se ama? ¿Existe alguna forma de mejorar algo sin amarlo previamente, sin quererlo con algún grado de buena y sana pasión?
Pensemos en cualquier área, por ejemplo la Educación. ¿Podemos ayudar a mejorarla si solo la criticamos? ¿No sería necesario amar y ser agradecido por lo que ya tenemos y desde allí TRABAJAR, con el compromiso que cada uno pueda, pero con la honestidad intelectual que solo poniendo la "mejor onda", tratando de comprender los distintos puntos de vista, defendiendo con pasión y respeto las ideas que consideramos verdaderas?
¿Se puede mejorar el conjunto si solo pienso y actúo según mis propios impulsos y/o necesidades?
¿Cuando empezaremos a mirar a los ojos al que piensa distinto, a tratar de comprender su punto de vista y luego a tratar de explicarle el nuestro? Y a aceptar que ambos puntos de vista pueden enriquecerse...

¿Podría alguien pensar que ser CRISTIANO de verdad pueda ser interpretado como un camino de AMOR que te lleva a Dios, y que mientras estamos en esta vida, en la tierra, ese camino se transita tratando de convivir en comunidad, comprendiendo al que piensa distinto, buscando CONSENSOS, en definitiva tratando de generar un mejor país? 
No un país más poderoso, con mayores riquezas... sino más eficiente en la alegría, más eficiente en la solidaridad, más eficiente en producir mucho, para DAR más... más que para poseer más...

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