jueves, 11 de septiembre de 2025

20250911 La religión es la vida misma. Los santos son personas comunes.


“no, no, no... no hablemos de religión, que es para problemas...”

“te respeto, pero prefiero no meterme en esos temas personales...”

“yo prefiero analizar las cosas desde una ética del bien...”

“no, no, respeto lo que pensás, lo que pasa es que yo lo miro desde otro ángulo...”

“al final, cada uno hace lo que puede...”


Todos hemos escuchado, y posiblemente hemos usado estas frases... en general, para evitar una discusión que alguien entiende como que no tendrá sentido, que no aportará nada...
También pueden usarse para evitar conversaciones que puedan terminar “exigiéndonos” en algo, ¿algún tipo de compromiso? Más de una vez me he descubierto a mí mismo “cortando” esas conversaciones desde un inicio…

Bajo esos parámetros, uno de los temas sobre los que más se evita hablar es de religión. La mejor forma de no conocer sobre un tema, mucho menos profundizar sobre el mismo, es evitar hablarlo.


En ocasiones, se interpreta a “la religión” (de cualquier creencia) como que se refiere, exclusivamente, a temas de fe... Y a veces se interpreta a la definición de fe como que sería “una creencia sin sustento”. Entonces, para determinadas personas, “la religión” sería un conjunto de creencias sin sustento.

Según la filosofía, la definición de fe es la “adhesión de la inteligencia a una verdad que no puede ser del todo demostrada por la razón”. 

La definición de FE, según la religión (al menos en el cristianismo) es “aceptar y confiar en Dios y en las verdades reveladas, aún sin verlo, ni poder demostrarlas científicamente”.

Yo agrego, intentando ser racional, que interpreto que nadie podría tener fe en algo que le resulte completamente irracional, en un “sin sentido”... en algo sin sustento.
En la definición de Fe debe figurar, EN EL MISMO NIVEL, en primer término el hecho de que no pueda demostrarse (ya que si se demostrara dejaría de ser fe, dejaría de ser una creencia para ser una sapiencia). El segundo término, INSISTO que igual de importante que el primero, y que habitualmente no se tiene en cuenta cuando se define a la fe, es el hecho de que TIENE QUE TENER SENTIDO, “tiene que cerrarme”… SÓLO se puede tener fe en algo que mi razón interprete como realmente posible, aunque no pueda demostrarlo… Caso contrario es IMPOSIBLE tener fe... nadie puede tener fe en un sinsentido, en algo sin ningún tipo de sustento (perdón que insista). 
La fe termina siendo SIEMPRE algo racional, "aunque la razón no pueda confirmarlo".

TODOS convivimos teniendo fe en tantas cosas, permanentemente, el "tener fe" es un ejercicio constante en nuestras vidas... incluidos los agnósticos... Nuestra vida diaria transcurre muchísimo más entre actos de fe, que en certezas demostradas científicamente... Todos los días nos apoyamos, y nos movemos, según el hecho concreto de que tenemos fe que las cosas sucederán de determinada manera... “voy a la reunión, porque tengo fe de que todos van a ir” ... y un millón de etc. (hasta que "me fallan" dos o tres veces, "nadie fue a la reunión"... y paso a "tener fe" en que nadie irá a la próxima...). Así con-vivimos.


Si bien la fe (aquello en lo que creemos, que no podemos demostrar), es una parte importante de todas las religiones, no es lo único. 
Las religiones buscan ayudarnos a encontrar un ORDEN espiritual... uso la palabra "orden" como opuesto al caos, no con la intención de "dar órdenes".


Somos seres de carne y espíritu. 

Nuestro CUERPO ya funciona de una forma predeterminada
Si bien, podemos optimizar su funcionamiento con buena alimentación, ejercicio y descanso, nuestra voluntad no puede cambiar los mecanismos físicos y químicos que suceden inexorablemente en nuestros tejidos y células, que se inician al momento en que somos concebidos, y se detienen con nuestra muerte.
Sin embargo, nuestro ESPÍRITU es libre
Nuestras decisiones pueden cambiar completamente nuestra espiritualidad. Pero, si bien “amamos” esa libertad que significa tomar nuestras propias decisiones, no nos resulta indiferente tomar buenas decisiones o equivocarnos.

Al final, somos libres para las decisiones que tomamos, pero esclavos de sus consecuencias.

En ese contexto, las religiones buscan ordenarnos... que reflexionemos a cerca de lo que sería lo mejor para la espiritualidad de cada uno. Algunos buscan imponer, dar órdenes, creo que ahí se equivocan...
¡¿¡¿POR QUÉ TENEMOS ESA NECESIDAD?!?!
... por eso existen las religiones... sino, ¿qué sentido tendrían? 
Nadie puede seguir algo que le resulte irracional, un sin sentido, NADIE.


Pero, como en todo en la vida... si quiero obtener algo, necesitaré comprometerme por ese determinado objetivo. Si quiero “orden espiritual”, también tendré que hacer algunos “deberes”

Algunos interpretan que se puede prescindir de ese orden espiritual. 
Otros interpretan que se lo puede alcanzar sin proponérnoslo, sin pensarlo, sin reflexionarlo. 
Al mismo tiempo, algunos interpretan que ellos tienen la precisa, y que pueden imponer ese orden, su propio orden, a otros, a todos los demás...
Yo interpreto que nuestro espíritu fue creado para CON-vivir en libertad, por lo tanto, cada “con-vivencia” con otros será única, y se ira construyendo según los materiales que cada uno aporte para la misma, para esa construcción. Definimos a esos “materiales” como cosas, actos, gestos buenos o malos... Lo increíble es que TODOS, en todas las épocas, bajo todas las costumbres y circunstancias, podemos discernir lo que está bien de lo que está mal. Entonces, podemos identificar si “el material” que yo estoy aportando para la construcción de mi convivencia con vos, es bueno o es malo. 

Al final, todo se define en si lo que yo aporto lo hago poniéndome en tu lugar y buscando tu bien... o si lo que hago va en función de mi propio interés... 

Como acá entran muchos “matices”, que pueden generar confusión... termina siendo necesario, IMPRESCINDIBLE, hablar, compartir, inter-actuar... ponernos en el lugar del otro, por más distinto que esos otros vean las cosas. Caso contrario, me aíslo, termino solo viendo mi propio ombligo, y al final, mis decisiones solo están basadas en mi propio interés (globalmente, interpretamos que ese egocentrismo no aporta “buenos materiales” a ninguna relación).

Al final, nuestros vínculos, la forma en que cada uno intenta vincularse a los demás (el accionar más importante, más esencial, de la vida todos), "los materiales que cada uno aporta para CONSTRUIR esas relaciones", terminarán dependiendo mucho de nuestras creencias espirituales y la forma en que organicemos, cada uno, nuestra propia espiritualidad, a que cosas le demos más importancia, prioridades...


¿Qué tiene que ver todo esto con las religiones?
¿Por qué un religioso (rabino, cura, pastor, lama o monje budista, etc., etc.), que no cumple en su vida personal con los preceptos que "pretende obligar" a los demás a cumplir, tendría que venir a decirme lo que tengo que hacer o dejar de hacer?

Las religiones deben ayudarnos a reflexionar, a buscar el camino correcto... con-viviendo con otros, comunitariamente. COMPARTIR, no imponer.

En la religión en la que yo creo, no se debe imponer (aunque en algunos casos, erróneamente busquemos hacerlo), sino que entre todos debemos ayudarnos a buscar y encontrar la verdad. 
Es la verdad la que se termina imponiendo, aunque a veces algunos pretendan/pretendamos no reconocerla, o taparla de tantas formas. 
“LA verdad” es parte constitutiva del bien común, en cambio, ocultarla o tergiversarla es parte del egocentrismo de algunos individuos... individuos entre los que tantas veces me encuentro...
Pero, resulta que, en la historia, tenemos a Alguien que nos mostró, con Su vida, aquel que consideramos como el mejor camino, EL camino, que es el camino del amor, que necesariamente incluye misericordia y perdón.

¿Quién podría encontrarle algún error a esa propuesta? Amor, misericordia y perdón.
Cuando digo "¿quién?", me refiero a cualquier persona, de cualquier creencia personal. ¿Quién se equivocaría si elige con-vivir con amor, misericordia y perdón?

Sin embargo, yo el primero, tenemos/tengo esa tendencia a acomodar la verdad a mi conveniencia circunstancial del momento.


¿Porqué evitamos esa verdad que interiormente reconocemos en la honestidad de nuestra conciencia?

Lo interpreto de la siguiente forma:

Todos nacemos con una tendencia egocéntrica. La inmadurez y dependencia, durante nuestra primera infancia, hace que nuestro alrededor busque complacer las necesidades básicas para cuidarnos y ayudarnos a crecer. Cuando va avanzando esa infancia, debemos ir MADURANDO a una convivencia con nuestro entorno, en donde vamos progresivamente dejando de ser el centro de atención, para incorporarnos en una dinámica donde debemos ayudarnos entre todos. Ese mundo inicial, esencial para mi supervivencia, deja de “girar a mi alrededor”, y debo madurar hacia ser un eslabón de una cadena en la que nos ayudamos entre todos a ser una “mejor cadena”. 

Nuestra espiritualidad nos constituye como personas. 
Interpreto que conservo esa tendencia de evitar el compromiso que significa identificar el bien, y aplicar mis acciones hacia el bien común. Prefiero quedarme en el lugar en el que estoy cómodo, y si alguien me hiciera un planteo, lo más cómodo sería evitarlo.
Entonces, prefiero no hablar de religión, porque es hablar, interpretar, descubrir y redescubrir cómo soy yo como persona... en relación con lo que podría o debo ser, en relación a mis vínculos con los demás...

A diferencia de nuestra corporalidad, donde -independientemente de nuestra voluntad- nuestros órganos un día "terminan de madurar", y comienzan a funcionar en plenitud... Nuestra espiritualidad requiere una constante "toma de decisiones", que me conducirán hacia una vida plena, madura, feliz (en PAZ INTERIOR), o en conflicto constante, con sensación de angustia y caos (independientemente de nuestras creencias y posesiones, independientemente de los recursos que dispongamos "para nosotros mismos"). 
Respecto de los bienes materiales, parece estar MUY claro, que la paz interior o la angustia están mucho más ligados a la forma en que los conseguimos o administramos/compartimos, que al simple hecho de poseerlos, de haberlos acumulado. Esto es independiente de cualquier creencia o religión... es cómo si hubiéramos sido creados de esa forma (o cómo si hubiéramos llegado a ser así por azar...).


En la religión en la que creo, el imponer es una equivocación, quien pretende hacerlo, está equivocado. Lo correcto sería ponernos en el lugar de quien interpretamos que querríamos ayudar, y ayudarlo a descubrir la verdad, que luego intentaremos seguir juntos... pero siempre orientado a la ayuda que puedo brindar al otro, y no a pensar en mi propio beneficio, aunque luego, me beneficie el hecho de encontrar juntos el camino hacia la verdad.

En la religión en la que creo, llamamos santos a quienes logran ese círculo virtuoso de pensar en "ayudarse", ayudando a los demás... tanto, que termina sucediendo algún milagro, sustentado sólo en la relación de tanto amor por ayudar a los demás.
Los santos (reconocidos y no reconocidos), son personas comunes, con las mismas angustias y alegrías de todos nosotros, pero que terminan descubriendo que la ayuda a los demás, que la convivencia en ARMONÍA que da el pensar primero en el otro, el poner primero las necesidades de los demás, antes que las propias, les trae paz y alegría... ¡que descubrimiento!
Personas comunes, que SIMPLEMENTE terminan caminando en la PAZ del convencimiento... y hasta pueden llegar a convertirse en mártires con convicción; porque no quieren perder esa PAZ, y por ella están dispuestos a todo... "como aquel que encuentra un tesoro en un campo y sale corriendo para vender todo lo que tiene y comprar ese campo..." (que buena forma de explicárnosla, clarísima, que tenía/tiene Jesús de Nazaret).


Al final, puede ser que hablar de religión termine siendo algo así cómo hablar de nuestras cosas importantes, de esa espiritualidad que nos constituye, cosas íntimas, esas que nos terminan dando o no la PAZ interior que todos buscamos, necesitamos... y ojalá que nosotros también seamos ayuda para otros, eslabones de una cadena que crece en sabiduría, no en imponer, sino en ayudar a que a todos se nos haga carne el hecho de intentar ser "mejores" en todos los aspectos... la vida misma.



Hoy, domingo 14 de septiembre, la Iglesia Católica celebra una fiesta que llamamos "EXALTACIÓN de la Cruz".
O sea, "exaltar" el máximo sacrificio que puede hacer un ser humano, por amor a los demás.
Podríamos preguntarnos: ¿Qué es lo que cada uno considera que el "mundo" tiende a exaltar...? Como para no llegar a la conclusión que DEBEMOS ayudarnos entre todos a reflexionar... para no equivocar el camino...

Este septiembre/25 me encuentra en Salta... viviendo lo que llamamos la "Fiesta del Milagro". A cada metro que me muevo, me encuentro con situaciones que me llevan a reflexionar sobre mi espiritualidad, no desde la imposición, sino desde el lindo ejemplo que observo en otros, y de comprender cómo nos necesitamos, cómo maduramos nuestra espiritualidad EN comunidad.



Quiero terminar esta larga reflexión compartiendo el PORQUÉ, desde mi racionalidad, yo elijo determinada religión que me ayuda en mi espiritualidad.

Nací en una familia católica, mi infancia y adolescencia estuvieron MUY rodeadas de "sólo catolicismo"... Recién en mi "juventud temprana" tuve la oportunidad de viajar, conocer más de cerca otras culturas y "formas de ver la vida", y convivir en una mega-ciudad como Buenos Aires, donde encontré buenas personas con enfoques muy distintos a los míos (y también otras personas no tan buenas, como las había encontrado en mi infancia y juventud, en todas las ciudades y de todas las religiones)... aunque esas "buenas personas con enfoques distintos" tenían dilemas parecidos, con angustias y alegrías similares...

Intentando comprender y respetar las creencias de los demás, me cuestioné también todas mis creencias, el porqué creer en una cosa y no en otra.
Otra vez quiero resaltar el respeto por las creencias de los demás al momento de esta idea de compartir las mías:

Crecí admirando a Jesús de Nazaret y Sus enseñanzas, pero en mi adultez me encontré cuestionando esa "admiración"... ¿porqué creerle y admirarlo? (esta fueron mis reflexiones, acepto otras -siempre nos enriquecemos con distintos enfoques-):

    - Lo primero que encuentro en mi "listado de evaluación racional" sobre Jesús de Nazaret es COHERENCIA... un nivel de coherencia de vida "imposible para un ser humano" como todos nosotros. Interpreto que, incluso si un ser humano común hubiese querido "inventar" la historia de Jesús... no habría podido lograrlo en términos de la genialidad en la coherencia. Todo "cierra perfecto" en Su forma de vivir lo que predicó. En ese aspecto, no me queda otra opción racional que admirarlo como un ser superior, igual y distinto -al mismo tiempo- que todos nosotros.

    - Para "tamaña evaluación de coherencia" me veo "obligado" a basarme en las Sagradas Escrituras, ¿serán ciertas? La mayoría de los libros antiguos conllevan cierto nivel de duda sobre su originalidad histórico-científica. No existe ninguna duda sobre la existencia de Jesús de Nazaret, y lo que le tocó vivir, bajo la mirada de historiadores "no cristianos". Los libros que conforman lo que llamamos el Nuevo Testamento, son conservados desde el inicio en que fueron escritos, y además se escribieron para ser leídos en comunidad. Inicialmente, sus contenidos fueron AUDITADOS por quienes convivieron con Jesús Mismo, quienes compartieron lo que allí se relata. Difícil encontrar libros con tanta auditoría.

    - No encuentro ningún DILEMA HUMANO que no haya sido analizado por Jesús, con su respectiva recomendación sobre cómo enfocarlo. Y al final de Su vida pública de 3 años, exclamó: "Todo se ha cumplido". ¿A qué se habrá referido? Entiendo que al hecho de enseñarnos TODO. ¿Alguien puede encontrar algo que esté faltando?

    - ALTRUISMO absoluto, en esencia. No puedo encontrar algún hecho en el que yo interprete que Jesús estuviera buscando una ventaja para él, un beneficio personal. Refiriéndose al bien de nuestras almas, en todo momento se refiere al bien común. NUNCA impone nada, solo aconseja... explicando de tal forma que sea LA VERDAD la que se termine imponiendo.

    - Toda la filosofía y la teología que predica y vive Jesús de Nazaret COINCIDE con lo que entendemos por ética o por el derecho natural. Nunca contradice esos principios que están inscriptos en lo más profundo de la conciencia de cada ser humano, que tienen que ver con lo que consideramos como el bien, el mal, el bien común. Este es un punto importante que ayuda a sostener mi fe, ya que no tendría sentido que un Dios Sabio nos hubiera creado de una determinada forma, y luego nos "pidiera" algo que fuera en contra de la esencia en que fuimos creados por Él Mismo... Al final, termina quedando claro que nos plenificamos cuando somos aquello para lo que fuimos creados, cuando no nos confundimos en nuestras tomas de desiciones (cuando no preferimos nuestro egocentrismo frente a entregarnos, por nuestro bien y el de los demás). En ese aspecto, termina teniendo sentido para mí, que fuimos creados a imagen y semejanza de nuestro Creador, en esa capacidad de elegir amar.

    - Entiendo que todas las enseñanzas de Jesús van TAN a lo esencial del ser humano que, aún "incumpliendo con todas nuestras reglas del marketing moderno", sus recomendaciones rápidamente se difundieron  por todo el mundo. TODAS Sus enseñanzas pueden ser comprendidas exactamente IGUAL por todos los seres humanos, independientemente de raza, época, cultura; y sobre todo de capacidad de consumo, de educación, de acumulación de bienes, etc., etc., etc. Para entender lo que quiere decir Jesús sólo se necesita QUERER HACERLO, abrir el corazón. SIEMPRE que hablemos con cualquier persona, en la confianza de la honestidad de nuestras conciencias, sobre cualquier enseñanza de Jesús, estaremos todos de acuerdo, no hay otra opción.

    - Luego vienen todos los misterios y milagros que tienen que ver con nuestra FE, de los cuales, el que me convence más, o más bien, me pone en la situación de que me resulte imposible no reconocerlo como nuestro Dios, es que haya RESUCITADO.

    - En ese contexto de una necesidad constante y continua de ejercer nuestra libertad hacia elegir o no el amor... Jesús dejó una IGLESIA... compuesta por los mismos hombres que vino a encontrar. Aquellos con fortalezas y debilidades, aquellos que constantemente necesitan reflexionar para tomar buenas decisiones... y evitar las malas. Porque el ser humano fue creado para vivir con-viviendo... con la libertad absoluta de infinitas opciones de desiciones distintas... y ES en esos enfoques distintos donde tenemos que amarnos. En ese contexto, era necesario una Iglesia, con todas sus imperfecciones y todos sus aciertos... porque la esencia de nuestra Iglesia compuesta por nosotros mismos, no es la perfección, sino el ENCUENTRO para buscar la VERDAD.

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