Tengo muchos hijos (adultos trabajando, adultos en facultad y trabajo, adolescente de 13 con emprendimiento laboral propio, niña inocente en colegio, varones y mujeres… distintos entre ellos… todavía no nietos) … y un auto grande.
Creo que volvíamos todos juntos, no sé si faltaba alguno, creo que no… Mi hija menor, de 9, iba “copada” leyendo… había descubierto a Mafalda. De golpe pregunta: “¿qué es un maníaco sexual?”.
En casa se habla de todo… absoluta libertad para pensar y expresarse… también hay una idea general de que debemos justificar lo que pensamos, y luego tratar de ser consecuentes. Por lo tanto, se habla de sexo, como de todos los temas, y cada uno está en su camino para hacerlo lo mejor posible, como en todo.
Por suerte, o gracias a Dios, o más bien, gracias a nosotros (mi mujer y yo), mi hija de 9 años, todavía no sabe lo que es un maníaco sexual… cada cosa a su tiempo.
- “viste lo que hacen los papás y las mamás para tener un hijito... bueno, hay personas que no saben controlarse, y quieren andar haciendo cosas parecidas a eso, todo el tiempo, o mostrando cómo lo hacen… básicamente, no saben controlarse… ¿entendés?”
- “Ah… OK”
A veces, los chicos saben hasta dónde preguntar… a veces insisten, otras no… Creo que lo importante es que sientan un ambiente de confianza donde consultar sus dudas, y donde puedan explayarse con sus teorías, sean correctas o erradas… ¿no?
Los padres también tenemos que intentar identificar los momentos, las circunstancias, las etapas, dónde tenemos que ir profundizando sobre determinados temas… y si podemos enseñar con el ejemplo, mucho mejor… ¿no?
Vayamos al tema del título:
¿Qué es la sexualidad?
Según Wikipedia:
“La sexualidad es el conjunto de condiciones que caracterizan el sexo de cada persona. Desde el punto de vista histórico cultural, es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda de emoción sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo.”
Por lo que alcanzo a entender, Wikipedia (una de las enciclopedias más consultadas) enfoca la sexualidad desde lo que te constituye, y desde las emociones.
Obviamente la sexualidad comprende lo que "te constituye y emociones", pero entiendo que no se limita a eso, en mi opinión es más abarcativa.
Entiendo a la sexualidad como un “lugar de encuentro” (como EL lugar de encuentro más importante entre dos seres humanos).
Todo encuentro puede ser mejor o peor, más cuidado o menos cuidado… con esmero, o con un “ni me importa”...
En cada encuentro humano, en cualquier circunstancia, cada uno puede pensar solo en sí mismo, únicamente en sus intereses (egoísmo), o puede pensar en empatizar con el otro, “¿cómo, o en qué puedo ayudarte/compartir?” (amor)… SIEMPRE existirá una tendencia hacia algo de estos dos gestos en TODO encuentro humano (egoísmo y amor), en mayor o menor medida.
Interpreto que el encuentro sexual es el que tiene la mayor carga afectiva entre dos seres humanos… principalmente para las mujeres, que son conceptualmente quienes se disponen a recibir, y a conservar y cuidar lo que reciben; mientras que, el varón, podría alejarse y “desentenderse” … ¿puede? ¿debe?
Es cierto que cada vez existen mayores posibilidades de “encuentros sexuales” con menor "necesidad"/¿requerimiento? de compromiso, con menor responsabilidad afectiva… Me pregunto si eso está intrínsecamente en la esencia del ser humano… no puedo saberlo con certeza absoluta, pero estoy convencido que no, que va en contra de nuestra esencia.
Tenemos que hacernos cargo de lo que somos y hacemos.
Hay conceptos éticos, que tienen que ver con nuestra capacidad intrínseca de reconocer lo que está bien y lo que no, conceptos de los que no podemos desentendernos, en el sentido de pretender manejarlos… Por ejemplo, si yo huyo en medio de una batalla y abandono a mis compañeros, aunque trate de justificarme de mil maneras, en el fondo de mi conciencia SE QUE ACTÚE MAL, y punto. Por más que intente “dibujarlo” de mil formas, no puedo “desentenderme” por completo… siempre estará rondando en mi conciencia.
Por eso, ACTUAR BIEN trae paz... esa paz interior que luego puede derramar en paz para todos...
La sexualidad comprende lo que SOMOS sexualmente y nuestra ACTIVIDAD sexual.
Sexualmente somos varones o mujeres, según la composición biológica. Se trata de una realidad imposible de contradecir, y a la que todos comprendemos espontáneamente por igual.
En los últimos años se ha desarrollado el concepto arbitrario de “género”, ya que, como en la gramática se usa la idea de masculino y femenino, se pretendió homologarlo a la sexualidad. Grosero error, ya que solo comparte la denominación de “masculino y femenino”, solo eso, lo único.
El concepto gramatical de género resultó funcional a la idea de quienes buscan confundir, ya que permite la designación de pronombres masculinos o femeninos ARBITRARIAMENTE. Ej., la palabra silla, designada como femenina, podría ser “el silla” (masculino) sin ningún inconveniente. De hecho, hay palabras que tienen un género gramatical en un idioma, y el opuesto en otro idioma… así, de forma arbitraria. Algo, designación arbitraria, que la biología de los cromosomas no permite.
De esa forma, según el concepto de género, cada individuo podría determinar arbitrariamente si se percibe varón, mujer o lo que sea, independientemente de lo que ES su realidad biológica.
En el caso de la ACTIVIDAD SEXUAL, es diametralmente opuesto, ya que depende absolutamente de nuestra voluntad, de nuestra intención y actitud. Nuestra actividad sexual será lo que nosotros queramos que sea… 100% arbitraria. Y, como decíamos inicialmente, podrá ser más o menos cuidada, egoísta o por amor. Y lo más interesante, todos tenemos la capacidad de reconocer si somos egoístas o amantes de verdad… nuestra conciencia, en su profunda intimidad, LO SABE.
La sexualidad y nuestra actividad sexual no son temas menores en nuestras vidas. Conllevan una intensidad afectiva tan fuerte que a nadie le resulta indiferente, y en muchos casos tiene un rol importante en la composición de nuestra autoestima. Es un terreno donde se puede ejercer con máxima intensidad el amar y/o sentirnos amados, y por lo tanto, valiosos. O, por el contrario, el usar al otro y/o sentirnos usados, y por lo tanto, despreciados.
La sexualidad de lo que somos (fija, adquirida, que no podemos cambiar), y nuestra actividad sexual (totalmente voluntaria), tienen un punto intermedio, lo que se llama el impulso sexual, el cual surge espontáneamente, y sobre el cual nosotros si podemos actuar e intentar controlar, o simplemente, dejar que fluya...
Existe un impulso sexual que podemos denominar natural... que el varón se sienta atraído por una mujer, y que la mujer se sienta atraída por un varón.
Ya sea que hayamos sido creados, o que hayamos llegado hasta acá por azar, constitucionalmente, físicamente, estamos diseñados como una llave (que ingresa) y una cerradura (que recibe). Serían una suerte de “llaves y cerraduras MAESTRAS”, que pueden adaptarse entre sí... pero que, al mismo tiempo, cada vez se pueden ir adaptando mejor... de cada uno de nosotros depende... de nuestra voluntad de encuentro.
Hay circunstancias donde el impulso sexual lleva a una situación de "difícil" adaptación desde lo físico, desde el hecho de cómo fuimos diseñados/creados... prácticas sexuales que usan elementos que no son los propios del cuerpo, o que buscan orificios que no son los que la naturaleza destinó específicamente para tal fin...
Siguiendo la idea conceptual de género (cómo que sexo y género fueran lo mismo)... se ha expresado que cada uno puede “percibirse” como quiera, y en la actualidad las Naciones Unidas (¿entidad supranacional?) “reconoce” más de 100 géneros diferentes auto-percibidos por diferentes personas.
¿Podemos prohibir que alguien se auto-perciba de una manera diferente a lo que todos percibimos en esa persona, según su REALIDAD sexual?
De ninguna manera, no podemos prohibirlo... como tampoco se puede obligar a que los demás perciban lo que auto-percibe quien no está reconociendo la realidad que todos observamos.
Todos debemos ser respetuosos, no obligar.
El concepto de amor supone diferencias, si todos fuéramos iguales, si todos pensáramos igual, no tendría sentido el concepto de amor. El amor implica ayudarnos a ser mejores en las diferencias, sobre todo con el MAS diferente, el que la tiene más difícil.
Y... ¿quién maneja el “dificilómetro” ... quién decide quién la tiene más fácil, y quién más difícil?
NADIE... todos percibimos la realidad del que necesita más ayuda, y del que necesita menos ayuda... así de simple. Así fuimos creados... o así llegamos a ser por azar.
¿Será posible ayudarnos a “trabajar” sobre el impulso sexual para que cada uno pueda ser lo que mejor le resulta, su mejor versión, ayudándonos entre todos? ¿Por qué alguien pensaría en discriminar, o en asumir por real lo que no es real...?
Simplemente ayudarnos con amor... ¿podemos? ¿O cada uno hace la suya, y trata de imponer la suya?
Ayudar CON amor, significa ver y respetar la realidad de cada uno, nunca tergiversarla con eufemismos, y desde allí, desde esa realidad, ayudarnos a ser mejores.
Si bien tenemos la capacidad de reconocer lo que está bien y lo que está mal, también podemos IR APRENDIENDO a ejercer nuestra sexualidad cada vez de mejor manera… de la misma forma en que podemos aprender a ser, cada vez, mejores amigos. Para eso tenemos que intentar conocer la realidad, conocernos a nosotros mismos y conocer al otro… siempre con el mismo respeto y humildad, idealmente con el máximo respeto y humildad. Desde allí maduraremos hacia relaciones sólidas de amor, de mejor conocimiento y mayor unidad. Por el contrario, cuando predomina el no reconocer la verdad/realidad, el ocultar o cambiar las cosas según conveniencias personales del momento, nos conducimos a relaciones de engaños, de conveniencias interesadas, de egoísmos… con fácil tendencia a alejarse, a separarse.
A propósito, la etimología de la palabra “diablo” proviene de falso acusador, calumniador, "el que separa". Algo similar en la cultura judeo/cristiana con “satán”: el príncipe de los diablos, "el que más separa". Lo opuesto es el amor, el encuentro.
Somos responsables de lo que hacemos, de cómo se va construyendo la relación, en este caso con nuestra pareja sexual… pero, al mismo tiempo, en el caso de la relación sexual, se agrega algo que no tiene ningún otro vínculo en las relaciones humanas, el hecho de que esa relación puede derivar en el nacimiento de un nuevo ser humano, igual a nosotros... De hecho, todos nosotros también somos fruto de una relación sexual. Por lo tanto, la relación sexual conlleva una responsabilidad extra, la del eventual fruto de esa relación, un hijo. Esa responsabilidad debe ser 100% compartida por ambos miembros de la relación, no existe otra opción ética.
¿Puede existir algún premio mayor, una consideración mayor, que ser co-creadores, poder participar de la llegada de una nueva vida?
Cada uno puede responder esta pregunta en la intimidad de su conciencia, y darle el lugar que le corresponde.
¿Existen límites?
Si existen, ¿qué tipo de límites, y por qué deberían existir?
¿Por qué alguien puede pretender ponerle límites a lo que yo siento? Déjame de jorobar… ¿quién es el “patriarcal” que maneja el “limitódromo”?
Nadie pretende manejar los límites… pero todos debemos saber que lo que hagamos y digamos, y de la forma en que lo digamos y hagamos TENDRÁ CONSECUENCIAS… buenas y malas.
Entonces, si te gustaría tener una buena relación con alguien, el límite es ser egoísta… y si ya fuiste egoísta y te gustaría recomponer o mejorar esa relación, el límite es no saber perdonar, no saber aceptar el perdón, no saber sentirte perdonado…
No son temas menores esos límites, increíblemente el darse por el otro, y el concepto de perdón, son los CIMIENTOS de una buena relación…
Lo mismo aplica para una buena relación sexual.
La forma en que nos expresamos, nuestro lenguaje, no solo encierran conceptos… nuestra comunicación también es conductual. Está estudiado científicamente que las palabras que usamos, la forma de expresarlas, influye en nuestro cerebro y en la secreción hormonal.
Podemos crear buenos ambientes, y malos ambientes, con las formas en que nos expresamos... de nosotros depende.
En la mitología griega, el dios Eros era encargado de la atracción sexual (el famoso dios Cupido, equivalente en la mitología romana). Ya sea que alguien nos creó, o que aparecimos por azar, todos los seres humanos tenemos lo que se denomina atracción sexual, con la idea principal de asegurar la conservación de la especie humana. A esa atracción sexual se la ha denominado erotismo.
Cuando esa atracción es exagerada, descontrolada, cuando no funciona positivamente, sino como un problema de salud... aparecen los "maníacos sexuales".
La pornografía es un negocio que se aprovecha de esa atracción sexual exagerando el erotismo, atrayendo principalmente a varones, cosificando a las mujeres, también a los varones y a la relación sexual misma, con el único objetivo de obtener dinero.
En estos casos, me gusta recordar esta frase como ayuda para aclarar esta situación: "Las cosas son para ser usadas y las personas para ser amadas, NUNCA al revés".
La pornografía además de ser un negocio, confunde mucho, principalmente a los varones, que luego creen que las mujeres naturalmente se comportarán en su intimidad como ellos aprendieron a verlas en esas películas pornográficas... grave error que lleva a muchos conflictos, por falsas expectativas, por no saber entender al otro...
Cómo decíamos antes, más arriba, no se puede construir bien desde el engaño, desde la falsedad... se construye sólidamente desde el respeto por la realidad, la que todos podemos reconocer.
La famosa ESI (Educación Sexual Integral) que, de golpe, los estados del mundo - principalmente occidental - están intentando imponer (como si existiera un “poder supranacional”), es un término muy bueno para designar el enfoque en que se debería abarcar la sexualidad, desde una integralidad…
Pero el contenido que están intentando enseñar en los jardines de infantes, en los colegios, y la línea que “se baja” desde los medios de comunicación masiva con esta "ESI que preocupa" es muy distinta a la elegancia del título, ya que lo que se promueve es una híper-sexualización de la primera infancia, con mucha promoción hacia prácticas que no son las que a los niños más les surgiría en forma espontánea, y con una sexualidad librada exclusivamente a la propia emoción, sin mencionar el concepto de entrega por amor al otro, y despersonalizando/cosificando a la relación sexual misma (priorizando el propio interés, la propia emoción/sensación más que el encuentro) y al posible fruto de esa unión sexual, promoviendo su destrucción violenta en el caso que se considere necesario.
Cuando se favorece el aborto, que suele promoverse como “legal, seguro y gratuito”, no se menciona que TODOS los abortos conducen a una muerte violenta del bebé. SIEMPRE se trata de una muerte violenta. En los casos en que el aborto lo realiza un profesional en el quirófano, en ocasiones se hace por arrancamiento de sus partes, con pinzas o con un aspirador de gran potencia, en otras por quemarlo vivo y expulsarlo. En el caso que sean las propias mamás quienes lo hacen solas con pastillas en sus propias casas, funciona por promover contracciones exageradas del útero, con importantes sangrados, desgarrando la unión del bebé con su madre, y promoviendo su muerte durante el proceso, generalmente por asfixia. En otros casos, termina siendo expulsado aún vivo, y fallece en el piso por el trauma, o en el lugar donde cae, o ahogado en un inodoro. Es muy duro y triste mencionar todo esto que la sociedad está tendiendo a naturalizar... básicamente sin pensarlo.
También resulta llamativo que desde los medios de comunicación masiva se justifica la promoción de la ESI, para prevenir los embarazos involuntarios, principalmente en adolescentes, y prevenir las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Es muy llamativo, porque en todos los lugares donde se implementó la ESI (de esa forma propuesta), hubo un aumento exponencial de ambos temas, las ETS y los embarazos no buscados, y por lo tanto un aumento exponencial de abortos.
Los únicos que lograron mejorar esos registros tan preocupantes, fueron las sociedades donde se promovió la cultura de retrasar el inicio de la actividad sexual, e intentar hacerlo con un criterio de fidelidad a la pareja con la cual se realizan las relaciones sexuales.
Alguien proponía la interesante idea de apostar por una Educación en la Salud Integral (ESI), que obviamente incluye la sexualidad. Me parece muy apropiado ese título: Educación en la Salud Integral.
“Ufff… ya tenía que salir la cerrazón… seguro que este pibe que escribe es ultra-religioso, un cuadrado!”
Todavía no mencioné nada sobre el matrimonio y la religión.
En el noviazgo, y luego en el matrimonio, se debe respetar los mismos principios enunciados más arriba. Buscar lo mejor para otro significa buscar juntos la verdad, y ayudar al otro a que se reconcilie, cuando sea necesario, a que aprenda a sentirse cómodo con su verdad, con lo que a cada uno le tocó... y por supuesto, uno también respetarla. El matrimonio es un compromiso que se asume para un fin bueno... ¿porqué no encararlo? ¿será porque no quiero comprometerme?
La religión, al menos la que yo he conocido más de cerca, también busca los mismos principios... reflexionar sobre nuestro compromiso hacia el bien, en todas las facetas, incluida la de la sexualidad... ¿porqué nos negaríamos a una reflexión, que no debe ser forzada ni obligada, donde podemos llegar a descubrir lo que nos "obliga" nuestra propia conciencia, por el solo hecho de tener mejores chances de descubrir lo que nosotros podemos terminar considerando que es lo mejor para nosotros mismos?
Y… al final…
¿Cómo tiene/tendría que ser el sexo? ¿Qué técnicas para su práctica? (según el título inicial de este texto).
No sé, ni idea de técnicas…
Solo pienso que, si cada uno ayuda al otro a estar mejor, a que sea mejor persona, a encontrar su mejor versión, y lo mismo cuando tienen una relación sexual, se va constituyendo un círculo virtuoso que te hace estar mejor, sentirte mejor, SER mejor, estar en paz, ser FELIZ…
Si alguien tiene interés en profundizar sobre estos temas, le recomiendo CONVERSAR MÁS... preferiblemente con quien uno entiende que quiere lo mejor para uno... y más preferiblemente aún, con nuestra propia pareja sexual...
Que importante aprender a hablar, a escuchar otros puntos de vista sin enojarnos, aceptando lo que podemos mejorar... y al mismo tiempo, también aprender a expresar mejor nuestras preocupaciones... lo que nosotros observamos del otro...
Me gusta recordar una frase del padre Fares: "para aprender a amar SIN medida, tenemos que aprender a enojarnos CON medida".
Para quienes tengan interés en profundizar más sobre este tema, San Juan Pablo II escribió sus reflexiones en lo que se llamó Teología del cuerpo... es muy interesante para ayudarnos a pensar.