domingo, 15 de septiembre de 2024

20240915 Sufrir... sacrificios

Hoy, 15 de septiembre, como todos los años, en mi querida ciudad de Salta, donde nací y me crié, se realiza, como hace 332 años, la renovación de un PACTO DE FE entre el pueblo salteño y Dios... un pacto de fidelidad
Toda "la movida", que incluye la preparación espiritual con una novena que empieza el 6 de septiembre, así como también la entronización, unas semanas antes, de las imágenes del Señor y la Virgen que se encuentran en la Catedral, es conocida como LA FIESTA DEL MILAGRO, que concluye con una procesión en la que todos acudimos a un altar para renovar nuestro pacto de fidelidad hacia nuestro ÚNICO Dios.

Esta tradición no es algo impuesto por una creencia sin sustento. 
Cuenta la historia que el papa Gregorio XIII nombró, en 1578, como primer obispo del Tucumán a don Francisco de Victoria, y que este obispo, antes de llegar a Santiago del Estero, ciudad sede de la diócesis, se alojó en lo de una familia de Córdoba, cuya casa estaba al lado de la Iglesia Mayor de esa ciudad, frente a la plaza. Luego, estuvo presente al momento de la fundación de la ciudad de Salta el 16 de abril de 1582. Diez años después, el 19 de julio de 1592, aparecen flotando dos cajas de madera en las costas del puerto del Callao (Perú), y cuando son llevadas a la orilla, se lee en las cajas: "un Cristo Crucificado para la ciudad de Salta" y "Señora del Rosario para los padres dominicos de la ciudad de Córdoba"... ambas enviadas como obsequio del Obispo de Victoria una vez regresado a su península Ibérica natal. 
El hecho es considerado como un milagro, ya que no se logra tener referencia de un barco que pudiera haberlas transportado, en cuyo caso debería haber navegado desde España por el océano Atlántico, lo cual hace más increíble el hecho de que aparecieran en las aguas del océano Pacífico. Como homenaje, los pobladores deciden llevar en procesión a ambas imágenes a sus ciudades de destino. 
La imagen del Cristo Crucificado es recibida en la Catedral de Salta con un oficio religioso, pero queda abandonada por 100 años, hasta que el 13 de septiembre de 1692 suceden unos terremotos con epicentro en la ciudad de Esteco, la segunda en importancia en la región, luego de Salta. La intensidad de los terremotos es suficiente como para que la ciudad de Esteco desaparezca. Había gran preocupación en la población de Salta, y al tercer día de esos terremotos, una Virgen que estaba en un pedestal en alto de la Catedral salteña, aparece a los pies del Cristo Crucificado abandonado, cambiando de tonos su rostro, como suplicando al Cristo por su pueblo (la oración de la novena que hoy rezamos dice: "mudando colores tu semblante bello / a entender nos dio tu pena y consuelo / perdona, decías, mi Dios a este pueblo / sino, la corona de reina, aquí os dejo"); y, al mismo tiempo, el sacerdote jesuita José Carrion, escucha una voz muy clara en la Catedral que dice que los terremotos no pararán hasta que se saque al Cristo Crucificado en procesión por las calles. 
Finalmente la población sale en procesión detrás del Cristo (actual Señor del Milagro), también se lleva la imagen de la Virgen hallada a sus pies (actual Virgen del Milagro), y los terremotos frenan... ante lo cual, el pueblo de Salta jura un pacto de fidelidad para con su único Dios. Este es el pacto que renovamos todos los años.

Al mismo tiempo, en el día de hoy, leemos el evangelio de San Marcos, en el que Jesús pregunta: "¿Quién dicen que Soy Yo?"
Parecería una coincidencia, o como me enseñaron hace poco unos amigos, una "diosidencia"...

El único sentido de cada fiesta del Milagro de Salta, así como de cada oficio, o de cada una de nuestras acciones religiosas debería ser el de encaminarnos hacia Jesús como nuestro ejemplo de vida... y para ello, debemos preguntarnos "¿Quién ES Jesús? ¿Quién ES para cada uno de nosotros, qué es lo que nos enseña?".

El cristiano es aquel que elige seguir a Jesús... pero, para ello, debemos intentar conocer a Jesús... "¿Quién dicen ustedes que Soy Yo?".
Quienes miran a los cristianos "desde afuera", interpretan que seguir a Jesús es elegir un camino de sufrimiento, de postergaciones... ¿para qué? ¿qué sentido podría tener pagar ese precio TAN "ridículo"? ... incluso el máximo sacrificio que puede registrarse de un ser humano, el de la pasión y muerte en cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Pero NO! El sentido del cristiano es el de buscar la alegría, no el sufrimiento; el sentido de la vida, no el de la muerte.
Los cristianos, como todos, sabemos que la vida está compuesta de buenos momentos y otros de dolor... los dolores se presentarán como un hecho inherente al ser humano. 
Pero, frente al dolor, nosotros podemos ELEGIR sufrir sin un sentido, o darle un significado a ese dolor/dificultad. La palabra sufrir, implica el dolor sin un sentido, mientras que la palabra SACRIFICIO, que proviene de "sacrum facere" (del latín: hacer santo un hecho), o sea, darle un significado al esfuerzo, al dolor, al sufrimiento... como nos enseñó Jesucristo en su pasión, entregándose para enseñarnos el perdón y la misericordia, aún en las circunstancias más extremas... y que esa entrega por los demás siempre tiene un premio, la resurrección a un nuevo vínculo, a una mejor forma de vida... a re-vivir.
El acumular para nosotros mismos siempre tiene un límite, mientras que el darnos por los demás es una actitud que no se agota nunca, y que hace crecer los vínculos hacia límites insospechados (hasta estar dispuestos a dar la vida por los demás). El egoísmo nos achica en los vínculos, nos en-cierra cada vez más en nosotros mismos, el máximo egocentrismo es quitar la vida a otro por mi conveniencia (mucho más si el otro es inocente e indefenso)... mientras que el sacrificarnos por los demás agranda cada vez más el círculo de vínculos, siendo lo máximo el dar la vida por otros...

Ojalá podamos hacer un pacto de fidelidad con nuestro Dios en lo más profundo de nuestra conciencia. Ojalá, de corazón, podamos responder, cada uno en su intimidad, ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? ... y actuar en consecuencia. 
Eso nos ayudará a diferenciar el sufrimiento del sacrificio, y podremos ser mejores testimonios de cristianos alegres, con la esperanza de una alegría eterna... como debemos ser los cristianos.